Perdonar: un efecto liberador

Perdonar: un efecto liberador

Hace mucho tiempo que quería volver a escribir en el blog. Dejé de hacerlo mientras estuve en mi proceso de formación como coach ontológico, una etapa en la que aprendí que no tenía que saberlo todo, que puedo pedir ayuda, equivocarme y aprender desde la humildad. Aún sigo asombrándome cuando escucho el lado oculto del lenguaje, reconozco que no somos etiquetables, que existe un devenir constante, en las que se pueden soltar las creencias que nos acompañan por mucho tiempo y que limitan el logro de nuestros objetivos… Tengo mucho para compartir y lo haré poco a poco.

En este post quiero distinguir el perdón como una de las declaraciones más importantes que nos abren un horizonte de posibilidades ante un estado de ánimo como el resentimiento. A lo largo de mis talleres, he encontrado personas que viven en la confusión, creyendo que perdonar significa premiar a aquellos que juzgan, que les hicieron daño. Personas que dejan atraparse por el estado de ánimo del resentimiento y caminan por la vida cargando una mochila pesada. Vivir en el resentimiento es como ingerir una dosis de veneno diaria que tarde o temprano podría terminar envenenándoles el alma.

El perdón surge como el antídoto que nos puede liberar de ese estado emocional que nos encadena al otro. Me han preguntado como hacer para perdonar sin olvidar y yo les digo que perdonar es un acto de amor que no implica estar de acuerdo con lo que pasó, ni restarle importancia a lo sucedido; significa dejar de lado los pensamientos negativos que te mantienen encadenado al otro, es aceptar lo que te pasó y pararte de una manera diferente ante el mundo. Como señala Rafael Echevarría: “Cuando perdonamos no podemos comprometernos a olvidar, solo nos estamos comprometiendo a cerrar una determinada conversación del pasado y no a usarla en contra de una determinada persona en el futuro”

He visto algunas parejas que terminaron una relación de manera abrupta y a pesar del tiempo transcurrido permanecen atadas, con una herida que drena odio y rencor sin visos de cicatrizar. Leyendo el libro de Patricia Hashuel rescato una frase de Helen Keller: “”La felicidad yace en la habilidad de perdonar el pasado y disfrutar el presente. Cuando la puerta de la felicidad se cierra, otra se abre… a menudo nos quedamos mirando tanto tiempo la puerta cerrada, que no vemos la que se ha abierto para nosotros.”… Y ¿Cómo te encuentras ahora?

Cuando hablamos del perdón, tenemos la opción de pedir perdón y con ella asumimos la responsabilidad sobre nuestras propias acciones independientemente de la respuesta del otro. Una segunda alternativa es la de perdonar, mediante la cual decidimos poner fin a una situación que no hace más que reproducir el daño que inicialmente nos hizo el victimario. La tercera opción es la de perdonarse a si mismo, la que nos permite reconocer que en el pasado actuamos en condiciones diferentes a las que tenemos hoy, ello no implica desconocer nuestra responsabilidad por supuesto.

Te invito a indagarte y responder ¿Con quién estas resentido? ¿A quienes no puedes perdonar? ¿Cómo podría cambiar tu vida si decides perdonar? y finalmente ¿Qué podrías hacer hoy para empezar? Gracias a este aprendizaje he podido liberarme de algunas ataduras que no me ayudaban y me da la posibilidad de generar aprendizajes que ayuden a las personas a elegir las que le de mayor sentido.

Quiero aprovechar para pedir perdón a cualquier persona que se pudo ver afectada por alguna acción que haya realizado. Quiero decirles que perdono a todos aquellos que juzgué que me pudieron perjudicar en alguna etapa de mi vida y me pido perdón por los actos que cometí en el pasado. Te invito a hacerlo… si deseas cuéntame como te sientes y observa si se abrieron nuevos espacios en tu vida.

Hasta pronto!