El arte del desir

El arte del desir

Una de las cosas que más me apasiona en mi vida es el arte del decir. La posibilidad que tenemos las personas de expresarnos por medio de las palabras y los gestos, generando en otros y en nosotros un proceso químico, emocional y neurológico inigualable.

¿Pero qué sucede cuando nuestras ideas no llegan a plasmarse porque no podemos expresarnos? ¿qué sucede con los proyectos, cuando no logramos introducirlos en el mercado porque no sabemos cómo transmitirlos? ¿Qué sucede con los grupos de trabajo o el ejercicio político cuando no tenemos las herramientas necesarias para ser el líder que necesitamos ser?

En mis años de trabajo con esta misión tan clara que tengo de ayudar a otros a liderar, me he convencido de que el trabajo es mucho más intenso que tener algunos tips o un buen pitch, siento y confirmo que todo en nuestro ser tiene que vincularse y expandirse para que pueda emerger desde el interior todo ese poder que hará posible el arte del decir.

Las palabras tienen un gran valor, tienen la capacidad de construir, destruir y plasmar, pero también lo tienen la mirada, las manos, el cuerpo, el tono de la voz y nuestros silencios, el aroma que emanamos cuando nuestras hormonas trabajan, la energía vital, la vibración, todo es parte de lo que nos ayudar a encausar el camino del liderazgo.

El ser artista me ha dado la posibilidad de ayudar a mucha gente a convertir su comunicación en poesía, en fuerza de acción y fortaleza. Y eso, es una parte importante del liderazgo. Un buen líder tiene que inspirar a otros, y debe tener la sabiduría para elegir las palabras correctas e interactuar desde una mirada o acción auténtica y para que todo eso suceda, debe haber una organización interna muy grande.

Cuando mente, cuerpo y alma se unen en el momento exacto de la comunicación, empieza la magia, ese momento divino de sentir que todo es posible; Nos lideramos, para poder ser luego, los líderes extraordinarios que otros necesitan.

Hace 15 años que me dedico al estudio de la vocalidad y estoy segura de que la nueva etapa evolutiva del hombre, viene de la mano de la ampliación de consciencia, el desarrollo espiritual y la utilización del sonido como una herramienta de transformación personal y social. La cultura del sonido es apasionante y hasta en la naturaleza todo tiene un sonido, audible para nosotros o no.

Por eso, cuando hablamos de liderar, hablamos de comunicarnos causando una transformación en el otro, en el momento justo en el que se produce el intercambio, y no será como lo esperamos si no sabemos utilizar nuestra voz, nuestro cuerpo y no fluimos de la forma adecuada.

He visto grandes proyectos caer cuando sus directores no han sabido expresarse ante inversionistas. He visto hombres y mujeres con todo lo que habitualmente se cree debe tener un gran líder, quedar en la sombra por no tener la capacidad de convertir ese minuto con el otro, en algo mágico e inspirador.

Mágico, divino, fluir, poesía. Rara vez se eligen estas palabras cuando hablamos de liderazgo y mucho menos de la voz, pero cada día me digo antes de dormir “que hermoso sería este mundo, si la gente transitara el arte del decir”, cuantas empresas funcionarían mejor, cuantas familias se unirían más, cuantos políticos se acercarían más a la gente. Entonces cierro los ojos y me dejo llevar en un sueño perfecto, donde puedo guiar a otras personas para que encuentren las herramientas dentro suyo que las ayude a comunicarse mejor y sacar lo mejor de sí, a liderar sus vidas y a otros.

Pero para que los sueños se conviertan en realidad, hay que trabajarlos; entonces al despertar, organizo las capacitaciones, las charlas o el aula virtual. Y será quizás por la atracción que empieza a llegar algún que otro mensaje, donde alguien a quien asesoro o mentoreo, me cuenta que pudo avanzar en su trabajo, dar un discurso, presentar sus propuestas a su jefe o liderar su equipo.

Y sí, es imposible que no sonría y agradezca el gran privilegio que tengo de servir al arte del decir, acompañando a que otras personas brillen. El mundo necesita de mucha luz; una luz que encontrará de la mano de los nuevos líderes.