Tú tienes el control

Tú tienes el control

Germán se viste apresuradamente y sale de su casa sin siquiera haber podido tomarse un café. En estas últimas dos semanas es la tercera vez que llega tarde a su nuevo trabajo. Al llegar le advierten que el jefe lo espera en su despacho. La excusa es que su despertador no sonó. Poco importa en realidad lo que ocurrió, lo cierto es que, no existirá una próxima vez para él, el mensaje es simple y claro, si la siguiente vez se le hace tarde, es mejor que ni se tome la molestia de salir de su casa , ya que automáticamente quedará despedido.

Se le presenta un gran problema a Germán, hace mucho tiempo buscaba empleo sin tener suerte y ahora que lo encontró, está a punto de perder su único sustento. No puede permitirse el lujo de quedarse sin su única fuente de ingresos. Sus ahorros se encuentran en cero, por suerte es soltero y no tiene grandes pagos que hacer, pero está viviendo de un préstamo para pagar el alquiler y sus gastos básicos.


Esta vez se aferrará con todas sus fuerzas a este empleo, ya que es lo único que tiene en este momento. Sin duda hoy siente que ha tocado fondo y que debe tomar una medida urgente para cambiar el rumbo de su vida. A nadie se lo dice, pero acaba de hacerse una promesa. “Nunca más volverá a llegar tarde”.


Ha pasado un año y Germán ya no es aquel que se tropieza con las cosas y que apresura su paso al llegar al trabajo para marcar la tarjeta de ingreso. No es aquel que siempre está irritado y discute con todos ya quien todo le parece una medida injusta hacia él. Ahora viste impecable, su desempeño laboral es eficiente, es un buen compañero y un excelente empleado. Acaba de ser ascendido y su semblante luce tan distinto, nunca sus compañeros de trabajo lo vieron tan relajado y cada vez más amistades tiene.


Un buen día uno de sus compañeros le pregunta que pasó con el antiguo Germán. Es cuando él le cuenta donde quedó quien lo acompañó hasta hace un año atrás. 

- Verás, mi vida estaba de cabeza, tenía deudas, me alimentaba mal y casi no dormía. No tenía tiempo para nada. La tercera y última vez que llegué tarde al trabajo esperaba que él jefe me echara o me dijera lo inútil e incompetente que era por ni siquiera poder cumplir un horario en el trabajo. En definitiva esperaba que me tratara como siempre lo estaba hecho en mi vida. En mi casa, en la escuela, con mis ex parejas, durante toda mi vida, me trataron como un don nadie. Pero por el contrario, el jefe me habló como el padre que siempre quise tener, con tono suave, mirada calma y sin importar sus palabras, lo que en verdad caló hondo en mi corazón fue la forma en que me lo dijo.Por primera vez sentí que a alguien le importaba y desde ese día, algo en mí cambió y empecé a modificar pequeñas cosas que sumadas dieron grandes resultados.

 

Mientras su amigo lo escuchaba atentamente, Germán tomó un sorbo de su bebida y continuó su relato:

- Esa noche, al llegar a mi casa, en el lugar de pedir comida rápida, me preparé una deliciosa y saludable cena. En lugar de tomar café, opte por tomar una infusión relajante. Dejé de ver el noticiero y opté por leer un libro que me encantaba y que hace mucho, por falta de tiempo, dejé de hacerlo. Luego me acosté temprano y antes de hacerlo tomé varios vasos de agua. Los vasos de agua funcionaron, ya que hicieron efecto, pues me levanté a las cinco de la mañana y decidí quedarme despierto, aunque faltaban dos horas para el horario que debería despertarme. Por nada del mundo llegaría tarde nunca más. Luego me di un baño, me preparé el desayuno y me vestí para salir al trabajo, y el resto ya lo sabes, desde ese día llegué puntual.

 

Su amigo le dice:

- Pero lo que me cuentas no es una historia increíble, pensé que me contarías que fuiste a la India, o tuviste un encuentro con el más allá. Creo que me estás ocultando algo amigo.

 

Germán sonríe y le dice a su incrédulo amigo:

- Lo que pasa mi buen amigo, es que las personas siempre están esperando que pase algo realmente increíble para encontrar el sentido de su vida, jamás se pondrá a observar su entorno y percatarse por un momento de que su vida ya es increíble y que solo depende de uno mismo para encontrar ese sentido. A cada momento encontramos señales para dar ese salto cuántico, pero continuamente estamos dormidos y no percibimos las señales.


- ¿Y como hacer para percatarme de las señales, es acaso estar atento a la próxima vez que alguien me diga algo, como te paso a ti?…


- No necesariamente es así, simplemente abre tus sentidos para que puedas percibir desde lo más profundo de tu ser. El universo todo el tiempo te envía mensajes, puede ser por medio de una persona, puede tratarse de un libro, incluso podría ser algo que escuches en la televisión o la radio. Y también te ayudará a agudizar tus sentidos el hacer un cambio de hábitos, siempre y cuando estés dispuesto y comprometido a hacerlo. Si quieres ser una mejor versión de ti, ese cambio debes hacerlo tú. Nadie más tiene el control.

Tú tienes el control...